miércoles, 30 de enero de 2008

COMUNIDAD CRISTIANA II

En la comunidad del Espíritu la Palabra de Dios es la última autoridad; en la comunidad humana, junto con la Palabra, el hombre que es donado con poderes excepcionales, con la experiencia, y con las capacidades carismáticas y sugestivas, gobierna; atando a los otros a sí mismos. En la comunidad cristiana todo poder, honor, y el dominio son rendidos al Espíritu Santo. En la comunidad humana el poder y la influencia personal se buscan y son cultivadas. En cuanto a éstos hombres devotos, de verdad ellos ejercitan sus poderes con la intención de servir a dios, pero la realidad es que neutralizan la acción del Espíritu Santo. En la práctica el ser humano es el único que es operativo aquí. En el reino espiritual el Espíritu gobierna; en la comunidad humana, las técnicas y los métodos psicológicos gobiernan. La comunión espiritual es marcada por su transparencia, su sentir sobrenatural, y el amor sincero y no fingido que se extiende hacia los hermanos; el servicio de un hermano es sencillo y humilde. En la comunión humana la manipulación psicológica y el ejercicio de habilidades con intereses–reina, el motivo de servicio consiste en buscar ventajas y beneficios que se pueden obtener de un hermano.

Quizás la diferencia entre lo espiritual y la realidad humana se puede hacer muy clara en la siguiente observación: Dentro de la comunidad espiritual nunca hay, de ninguna manera, cualquier relación "inmediata" (I Tim. 2:5) de uno con otro, mientras que la comunidad humana expresa un deseo profundo, elemental y carnal para la comunión, para el contacto inmediato con otras almas humanas – la “necesidad” de recibir de otro.

Aquí es donde la persona humanamente fuerte está en su ambiente, asegurando para él mismo la admiración, el amor -o el temor-, del débil. En esta relación, los lazos familiares, las sugerencias, y los bonos (Mt.6:24) son todo, y en la comunidad inmediata de las almas se refleja la imagen retorcida de todo lo que fue originalmente la comunidad mediada por Cristo (Gen. 1:27,28). En el principio el hombre fue creado para señorear la creación, en la comunidad trastornada necesitamos gobernar unos a otros. Esto es lo que empuja la comunión humana – la necesidad de controlar.

En esta comunión uno deja de ser mientras que el otro domina y dirige. Entre la comunión humana en todas sus formas aparece el abuso, inconsciente o concientemente de aquellos con personalidad fuerte con fines personales de influenciar profundamente en otro individuo o una comunidad entera. Aquí una alma opera directamente sobre otra alma. El débil ha sido vencido por el fuerte; la resistencia del débil se ha quebrantado bajo la influencia de otra persona. El ha sido abrumado, pero no convencido; ha rendido su ser , mas su sujeción es de fuerza y no de voluntad. Esto llega a ser evidente tan pronto cuando la personalidad fuerte demanda que él débil tome la iniciativa en realizar la voluntad del fuerte por él mismo, independientemente de la persona a quien él esta atado, su “líder”. Aquí está donde la persona humanamente convertida hace evidente que su conversión era producto, no del Espíritu Santo, sino del hombre, y por lo tanto no tiene estabilidad “siempre está buscando una personalidad fuerte que lo dirija”.

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