miércoles, 10 de septiembre de 2008

El Tiempo, La Biblia, Y La Esperanza Cristiana

Es imposible para nosotros llegar a una comprensión correcta de los pensamientos y enseñazas de Jesús si no apreciaríamos cómo él y sus contemporáneos sentían acerca del tiempo. El descuido y malentendido de este concepto importante de tiempo por muchos teólogos nos ha llevado a disputas interminables y problemas insolubles – tratando de responder a asuntos que las escrituras no surgen. Por ejemplo, la pregunta de si Jesús pensó del "reino" como presente o futuro o ambos, y si, entonces, cómo él relacionó el presente y el futuro "reino," es un problema totalmente artificial creado por el trato de interpretar las palabras de Jesús por conceptos modernos y occidentales de tiempo. Las discusiones interminables acerca de escatología – “los fines de los tiempos” – son producto moderno de haber faltado entender el concepto bíblico de tiempo. ¡Y si no hacemos las preguntas correctas es cierto que no vamos a llegar a las respuestas correctas!



La manera moderna de pensar en el tiempo es definido por el uso de medios como el reloj, calendario y agenda. Bueno, el uso de esos medios no es malo, pero equivocamos utilizándolos como nuestro “filtro” cuando tratamos de entender el lenguaje bíblico acerca de tiempo. Para el lector/interprete del siglo veinte-uno el tiempo es nada más que un medio usado para marcar el suceso de acontecimientos secuénciales. Esta perspectiva vale el tiempo por la cantidad de eventos que contiene.

En el español moderno hay palabras que contiene mas el sentido de tiempo en el hebreo: era, sazón, temporada.

Hoy en día es la norma pensar en el tiempo como ese simple marcador de acontecimientos esperando de ser llenado con los datos que viene. Pero la mentalidad hebrea – la cual utilizo Dios para hablar a Su Pueblo - habla del tiempo mas como una calidad. Esto es claramente expresado en el famoso pasaje de Eclesiastés: “A todo hay una temporada, y un tiempo a cada propósito bajo el cielo". (3:1).

Para el Pueblo de Dios los hebreos, al entender los tiempos no era un asunto de saber las fechas sino el saber de que clase de tiempo era. ¿Fue un tiempo para lágrimas o un tiempo para la risa, un tiempo para la guerra o un tiempo para la paz? Al no entender correctamente el tiempo en que uno esta viviendo pude tener resultados fatales. Un ejemplo absurdo – el sembrar cuando era tiempo de cosechar significa que su tiempo ha pasado, y lo que le espera era escasez y hambre. El tiempo fue la calidad o sazón definido por sus acontecimientos (si había guerra, era tiempo de guerra, si no había guerra, era tiempo de paz, etc.).

Aun hoy hablamos con este mismo sentido de tiempos buenos, tiempos malos, tiempos duros, etc., – aunque sea inconscientemente. Muchas usan la palabra “pos-moderno” para referir a la era en que vivimos, y aquellos que eran jóvenes en los 1980’s como generación X (por un supuesto falta de identidad). Aquí tiempo no es una medida más, es la calidad de lo que sucede, la calidad de la experiencia de una persona o un grupo de personas.

Ahora hablamos de dos preexpectativas de la historia: uno moderno, otro hebreo. Para la mente moderna estamos sentados sobre una larga línea imaginaria con el pasado detrás y el futuro adelante de nosotros. La mente hebrea no fijo en la persona y su relación a la línea de historia, sino en el acontecimiento, los lugares y los tiempos y vieron con muy poco enteres en conceptos como futuro y pasado. Lo importante era el acontecimiento, no cuando ocurro. Con esta mentalidad el hebreo podría participar con sus antepasados en el compartir, por el ejemplo, la historia de la Creación, las fiestas de Israel, el Éxodo (en la pascua), etc. Los lugares como Jerusalén, Sinai, Betel y lo que aconteció allí era el punto fijo, cual cualquiera judío podría compartir. El individuo viajó por nuestro pasado estos puntos fijos.

Sus antepasados habían estado allí antes ellos y habían ido delante de ellos. Los que les siguen siguen tras de ellos. Cuándo individuos alcanzan un punto fijo, por ejemplo el festival de Pascua, ellos llegan a ser en un sentido contemporáneo con sus antepasados y su descendientes que han pasado o pasarán por el mismo tiempo. Esto es la calidad del acontecimiento, el tiempo. El antepasado del individuo y sus descendientes comparten la misma clase de tiempo, aun que sean muchos años que intervengan entre ellos.

Para el hebreo, la naturaleza del tiempo presente toma su sentido desde los actos antecedentes de Dios (el Éxodo, por ejemplo). Es decir, el Éxodo no era simplemente pensado como un acto de Dios en el pasado (cantidad) sino un acto de Dios cual el hebreo contemporáneo puede compartir (calidad). ¡Para un hebreo de los días de Jesús, por ejemplo, el celebrar la Pascua era compartir el tiempo de los hijos de Abraham cuando estaban por ser librado de la esclavitud de Egipto!

Lo que hemos hablado hasta ahora es de la relación del la historia pasada y el tiempo. Ahora pasamos a la relación de la historia futuro y el tiempo. Esta es especialmente la tarea de los profetas entre Israel. Su tarea era decir al pueblo contemporáneo el significado del tiempo particular en el que ellos vivieron en vista de un nuevo acto divino que estuvo a punto de acontecer. Esto les metió en muchas problemas con las autoridades entre el pueblo por haber parecido ser contrario a lo que Dios había dicho y establecido en el pasado. La seguridad que trajo el pasado fue desafiado cuando encontraron que sus circunstancias actuales ya no pudieron ser comprendido por lo que había sucedido en el pasado y por lo tanto los profetas obligan a las personas olvidarse del pasado, y fijar en una futura nueva. Entonces ellos "cambia la base de la salvación a una acción futura de Dios".

Este futuro acontecimiento inminente califica y determina el tiempo presente, da significando a toda la vida y ordena la ética, moral, y actividad en el presente. El acontecimiento futuro es por lo tanto decisivo, definitivo y final – es el eschaton, o último acontecimiento, en la relación al tiempo presente. Y por esto, define el presente.

Este acto futuro de Dios siempre fue visto por los profetas como un evento completamente nuevo y sin antecedente. Representa una interrupción con el pasado que rompe completamente con el pasado que no puede ser comprendido como una continuación de lo que fue antes. Es decir, no tiene continuidad calidad con lo que ha sucedido antes. Será una calidad de tiempo nuevo, no una nueva medida de tiempo. Aquí es donde muchos se equivocan, pensando que conceptos como “eternidad” significan una calidad de tiempo que existe más allá de la historia. Pero hacer esto es confundir dos conceptos muy diferentes de tiempo. Además si el tiempo presente es enteramente determinado y calificado por este nuevo acto de Dios, entonces el tiempo presente mismo es un tiempo totalmente nuevo, una nueva era.

Es este que permite al profeta prever el futuro en el presente. El acontecimiento futuro de última importancia, debe ser discernido desde el horizonte de la historia de mundo; es decir, los signos de los tiempos. Los profetas fueron inspirados a expresar la voluntad de Dios para su tiempo mediante los signos de su tiempo. Fue esta poder ver tras la atmósfera de sus tiempos que hizo a una persona un profeta.

El mensaje de un profeta nunca es, por lo tanto, un mensaje eterno basado en conceptos eternos. Es una palabra particular predicado a unas personas particulares en una situación especifica acerca del significado de su tiempo y acerca de lo que ellos deben o no deben estar haciendo allí y entonces. Las generaciones posteriores pueden ser guiadas por un profeta que habló siglos antes sólo hasta en medida de que ellos se les encuentran en un tiempo semejante a lo del profeta, y así podemos decir que son contemporáneos del profeta. Mucho del valor y la eficacia del mensaje del profeta es derivado de la relación del mensaje a un tiempo particular. La idea que un mensaje o enseñanza tiene mas valor si toca temas eternos es una noción completamente Occidental basada sobre un concepto Occidental de tiempo.

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